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domingo, 22 de diciembre de 2013

Públicación de diálogo con Carlos “Antipensador”, interlocutor del Blog. Con agradecimiento a su valioso aporte.

“NUESTRA MÁSCARA ES NUESTRA PERSONA”
LA REALIDAD DE LA ILUSIÓN NO ES ELLA MISMA ILUSORIA.

Un "significante para otros significantes", como diría Lacan, lo cual ya es más que nada.



- Carlos, si me permites se me ocurre que a lo mejor a tu cortesía, que te honra y personalmente me gusta, le vendría bien no ser tan total como la mentas, así la presión de la cosa que sostienes sería menos avasallante.

- Efectivamente, tienes razón. En ocasiones no está de más dar un puñetazo encima de la mesa --cuando la situación lo requiere--, aun cuando ello haga que el otro retire momentáneamente su máscara simbólica y revele un atisbo de La Cosa, o bien La Cosa manifieste veladamente su radical alteridad en nosotros mismos. Creo que Lacan decía que una de las funciones de la terapia con el sujeto melancólico era lograr que La Cosa deviniera para él objeto de deseo, objeto-falta, no sólo objeto de angustia, el cual aparece cuando falta la propia falta - aunque, como sabemos desde Freud, la angustia es la única emoción que no engaña.

- ¿Me podrías aleccionar sobre la noción de humanismo? ampliarme un poco lo que me dices. En este sentido, la pregunta que te haría es: ¿Por qué eres tan radicalmente anti humanista?

- Muchas gracias, Luis, por esta deferencia que me haces, aunque sinceramente no me considero capaz de aleccionar a nadie, y mucho menos a ti. Ahora bien, ya que me interpelas por mi postura subjetiva, te diré que el anti-humanismo (como sin duda sabrás) fue desarrollado especialmente por el estructuralismo francés: Lévi-Strauss, Althusser, Foucault y el más radical de todos, Lacan. Lévi-Strauss defendía un "anti-humanismo teórico", en virtud de que el mismo concepto de "hombre" queda disuelto por las ciencias físico-naturales y sociales, que para explicar y comprender al hombre deben necesariamente descomponerlo, disgregarlo  y, en última instancia, explicarlo en términos de algo que no es el propio hombre ni su conciencia individual: las estructuras supraindividuales e inconscientes. De todas maneras, Althusser defendía un "humanismo práctico" como complemento del "anti-humanismo teórico": en la práctica, hay que tratar a los sujetos humanos como seres libres y dignos, plenamente autoconscientes, creadores de su propio mundo, etc. (aunque teóricamente sepamos que no lo son).
Lacan da un paso más: del "humanismo práctico" al "anti-humanismo práctico". Slavoj Zizek y Alenka Zupancic interpretan la ética psicoanalítica de Lacan como una "ética de lo Real". No estoy tan seguro de que lo que propone Lacan en su seminario La ética del psicoanálisis sea eso. Porque, con respecto a la ética, lo "Real" sólo puede ser el "mal radical". Probablemente  aquí radica el núcleo de la ética anti-humanista radical de Lacan: en que no se apoya en lo Real del prójimo, que como tal es el mal radical, la perversidad monstruosa y la alteridad impenetrable. Antes bien, la única forma de ética coherente, dice Lacan, es precisamente la del formalismo kantiano, una ética del deber --si bien este deber es identificado por Lacan en última instancia con el deseo, al contrario que Kant. La ética kantiana sería así anti-humanista  porque no se basa en motivos  "patológicos" (como el temor a Dios, la esperanza de beneficios  materiales o espirituales, ni tampoco ningún tipo de sentimiento o emoción humana tal como el amor, la compasión, etc.). Resulta muy fácil actuar de forma ética y generosa con Natalie Portman o con Julia Roberts, por ejemplo, mujeres bellas, inteligentes, encantadoras, adorables: con ellas nuestra conducta ética brotaría espontáneamente, casi sin esfuerzo, pero precisamente al estar motivada por nuestra admiración, nuestro amor, nuestra adoración, etc. (todos ellos contenidos "patológicos" para la ética), no sería un acto ético supremo o en estado puro. El acto ético supremo es comportarse de manera ética, generosa, altruista, dedicada, etc., con alguien por el que sintamos un profundo odio, un rechazo total, una repugnancia física y/o moral terrible, una distancia abismal, una alteridad radical y monstruosa. La ética en estado puro gira, pues, en torno al pivote de La Cosa en su dimensión siniestra. Ésta sería una ética anti-humanista y, por tanto, "no patológica", "pura" en sentido kantiano.

- Creo que, como dices, recrear la máscara es lo que nos queda y que ello es la creación.
Realidad de ilusión, que no ilusoria, es una tesis que me convence. No sé qué opinión te merece.

- Creo que has acotado una hermosa verdad: "la realidad de la ilusión no es ella misma ilusoria". Me parece perfecto. Como sabes, Lacan decía que lo supra-sensible platónico se manifiesta en lo superficial, en la apariencia, el semblante o el fenómeno. Nuestra máscara es nuestra persona y su ilusión es nuestra realidad, nuestra misma apariencia superficial es nuestro supra-sensible, un "significante para otros significantes", como diría Lacan, lo cual ya es más que nada.


Un abrazo. Carlos

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