
Para la concepción psicoanalítica los síntomas tienen una causa inconsciente, por lo que cuando se llevan a cabo tratamientos que los reeducan o los reprimen, sus causas quedan activas, poniéndose parches en la personalidad que tejen una red defensiva y termina por deformarla.
De ese modo, la fobia o la depresión se dispersan, desplazándose el temor inicial hacia otras emociones o ideas, que a partir de entonces quedan marcadas por el conflicto.
Un ejemplo es el del héroe, que no corresponde al que no tiene miedo sino al que es capaz de reprimirlo. O el del caso de baja autoestima que comenzó por un deseo demasiado ambicioso que la persona no pudo gestionar, por lo que terminó por reprimirlo, interpretándolo como una escasés de capacidad.
Me acuerdo de un paciente moralista que gustaba dar lecciones a los demás y sin darse cuenta se convirtió en cleptómano, que era lo que estaba reprimido debajo de su actitud moral.
De esa forma se van sumando conflictos inconscientes que utilizan la personalidad como una parapeto de defensa contra sus emociones displacientes, produciendo su trastorno.
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