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martes, 31 de diciembre de 2019

LA INCLUSIÓN DE LO DIFERENTE.



Desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica.



Somos diferentes de nosotros mismos por el hecho de tener inconsciente; dado que este inconsciente, cambia permanentemente.

Esta base profunda del psiquismo humano, que produce el sentido de lo que vemos y entendemos, de la visión de la realidad, está, como decimos, en permanente cambio. Por eso podemos afirmar que somos diferentes de nosotros mismos.

La dificultad que esto supone es que, si nos damos cuenta de eso, se nos cuestionan los principios con los que nos hemos formado, con los que nos hemos educado, con los que nos vemos a nosotros mismos.

Así como el inconsciente cambiante nos lleva a una permanente creatividad, virtud esencial del ser humano, también nos hace sentir que no podemos contar con que lo que entendemos y sentimos sea algo establecido para siempre, nos vemos por ello sumidos en cierta incertidumbre.

La tendencia a rechazar al diferente, común en nuestras conductas culturales, tiene esta base. Nos ayuda a no cuestionar lo diferente de nosotros mismos, a no ponernos en cuestión.

Si aceptamos al diferente, esa misma lógica nos acerca a mirarnos a nosotros mismos como a desconocidos.

¿Quién se conoce mejor a si mismo que uno? Esta es la presunción del yo, que nos hace sentir que somos evidentes, conocidos, seguros, de una pieza.

Vivimos en una cultura de lo igual, que rechaza lo diferente. Hemos sido criados y educados en esta noción.

En nuestra sociedad, cuestionarla queda remitido al arte y a los artistas. Cuando Picasso le responde al periodista que él no busca, sino que encuentra; es porque ha hallado la llave de encontrarse a sí mismo como alguien desconocido a cada paso, como alguien que se sorprende de sí mismo cada mañana.

Por esta razón psicológica es un artista, debido a que esta sorpresa ante sí, le lleva a la lógica del descubrimiento. Se descubre a sí mismo y en el mismo movimiento descubre la realidad. Y debido a ello les enseña a los demás a hacer lo mismo.

Esto es lo que necesita la sociedad, del arte. Las estructuras ideológicas sostienen la realidad social, pero al mismo tiempo necesitan válvulas de seguridad que dejen entrar oxígeno a su mirada para no explotar como un globo. Para eso necesitan a los artistas.

Los artistas son el oxígeno de la sociedad. Ello hace que sean reconocidos como la actividad más valorable. Pero al mismo tiempo son temidos y ciertamente rechazados.

Esta doble percepción a la que se ve sometido el artista, es su condición de vida en la sociedad, en la que necesita aprender sus estrategias de supervivencia.

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