
Dijo Novalis: “Todas las acciones humanas son deleznables, pero su ejecución no lo es”.
Esta frase parece descartar de plano todo trascendentalismo en la vida humanita, dejando la maravilla para la acción de vivir.
No importa nada el valor de un objetivo pero importa todo su realización.
Plinio el viejo decía algo parecido. Interrogándose acerca del valor de los esfuerzos humanos que en todos los casos acaban en la muerte, contestaba que valía la pena la experiencia de llevarlos a cabo.
El goce de lo que hacemos es nuestra felicidad. Así lo han sostenido algunas corrientes filosóficas, con distintos matices.
Algunas como el placer que se hace visible como contraste sobre el fondo del sufrimiento.
El budismo lo ha concebido como nirvana, un estado mayor de afinación de la mente.
Desde el punto de vista del psicoanálisis es un concepto esencial. Tiene que ver con la exploración creativa del propio ser, donde cada palabra nos convierte y transforma. Un surf existencial.
Los poetas lo han nombrado como la dimensión otra del ser u otredad.
Borges ha dicho: “Nunca se sabe qué palabra puede estar cargada como un arma.”
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