EL DOCTOR DEL TIEMPO

— Feliz 2015. Dijo el doctor al entrar al bar de la esquina en enero del recién inaugurado 2011. Había estado de viaje entre las navidades y reyes y recién veía a los amigos después de las fiestas.

— Es 2011. Le respondió José.

— Siendo así, mañana te felicito el 2015.

El dueño del bar Cepeda y Cepeda, metafísico y entendido en futbol, siguió a lo suyo.

Otra costumbre que había tomado el doctor después de cumplir los 55 era contestar a quien le decía Cómo pasa el tiempo: Ya estamos muertos.

De chiste en chanza poco a poco se fue convirtiendo en un notorio especialista en enfermedades sin esperanza de remisión, con reputación de lograr éxitos donde otros fracasaban.

Era un psicoanalista, vale decir un maestro de las tuberías del alma, que viajaba por donde otros hallaban la locura. Lo que es destino para el loco es juguete para el poeta había dicho el maestro Menassa en sus viajes por la ciudad de Buenos Aires, antes de que el país cayera en manos de los gánsteres que sucedieron a los ineptos de siempre.

— ¿Todos los psicoanalistas son maestros?

— Puntualmente afirmativo. Contestaba. — Siempre que de verdad sean psicoanalistas.

— ¿Y cuándo lo son realmente?

— Cuando no están instalados en su título como si de una institución se tratase sino construyendo permanentemente su ser.

— ¿Por qué es así?

— Porque para el psicoanálisis no hay un ser, sino su creación permanente; y el psicoanalista tiene ese ser desdibujado del Pensamiento débil, como es el ser del poeta. A fuerza de estar cómodo sin saber dónde, se desdibujan las certezas que bloquean el pensamiento de sus pacientes, superando la neurosis.

— ¿El psicoanálisis puede llegar a curar el cuerpo?

— Puede abrir una puerta para que el enigma del pensamiento, convertido en enfermedad, entre en el psiquismo del que ha partido.

— ¿Puede curar la psicosis?

— Esta cura es incierta (en el sentido de la incertidumbre). La locura es una enfermedad producida porque el pensamiento ha buscado el camino de la certeza, por lo cual su posibilidad está en recorrer el camino de la incertidumbre que ha dejado de lado.