Entre tantas historias de desgarradoras guerras, la del emperador Asoja, que después de haber ganado el dominio absoluto de
Los griegos y los romanos con sus dioses olímpicos, los africanos, los americanos y muchos otros, con sus utopías, han aunado fuerzas y dirigido proyectos, y otro tanto podría decirse de muchas civilizaciones notables, pero ¿podría el humanito hallar en su naturaleza mental un punto en común a todos los que de otro modo se embarcarían en epopeyas de crueldad?
Esto nos hace pensar en la utopía del creador de sí mismo.
Esta sería la utopía que puede plantearnos el humanito, con su inconsciente lleno de mecanismos significantes, su tendencia deseante de creerse mucho y ser poquito, sus condiciones para la paradoja.
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