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sábado, 2 de junio de 2012

“YO”, EL GRAN RIDÍCULO PARA EL PSICOANÁLISIS.




El Yo cumple la función de adaptación del sujeto a la realidad. Tener un carácter consistente, una personalidad estructurada alrededor de un Yo fuerte es un logro psicológico que ayuda a situarse en las dificultades de la vida.

Sin embargo creer que el Yo es el propio ser o su centro es un error. Confundir sus contenidos, ideas y emociones con la esencia del espíritu humano produce en la persona un aspecto de estereotipo, un efecto de “siempre igual a sí mismo” que lo asemeja a una figura de museo de cera alejándole de su  naturaleza dinámica y cambiante, en permanente transformación.
Con razón se ha dicho que no hay mayor loco que el rey que se cree rey.

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