Bradbury, anti consumista,
pensador, escritor, poeta. El entrañable Ray que avanzada mucho la era de la
televisión no la tenía en su propia casa porque quería evitar la contaminación
ideológica de sus hijos.
Lo identifico
con aquel niño de El vino del
estío, que había ido a pasar sus vacaciones al pueblo donde conoce a dos
mujeres mayores que resultan ser sus almas
gemelas.
Una es la
cocinera y dueña de una pensión que tenia éxito porque los parroquianos estaban enamorados de la comida.
Un día paso por allí un hombre de ciudad envanecido de su modernidad y al ver la
forma en que la anciana tenía su cocina, para hacerle un favor, le puso “en
orden” los utensilios.
La señora cayó
en una depresión que hizo temer por su vida.
Una noche un
vendedor ambulante hablo con el niño entristecido que le contó la historia.
Juntos se escabulleron por la noche y rearmaron el desorden original. Al día
siguiente todo volvió a su ser.
Otra señora
anciana le invitaba a tomar el té. Ambos se enamoraron. Dijeron que en otra
vida quizás volvieran a encontrarse con la misma edad.
Niño Ray, los
que te hemos amado a lo largo de las décadas te saludamos en tu último viaje.
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