El loco, si os fijáis, es el que sufre una
idea fija, una realidad donde no entra la duda.
¿Os imagináis? Un mundo de certeza.
Supongo que para algunas personas esto sonará
natural (“Hay que saber lo que se quiere en la vida”). A mí personalmente me resulta inimaginable.
Para Freud los dos niveles de la realidad son
la realidad psíquica y la realidad material.
La realidad material está hecha de ladrillos
de certeza, donde lo que pienso y lo que es son una y la misma cosa. Cuando
sólo vemos esto estamos en un mundo concreto, de locos, de los que se creen
algo en la vida, como un ladrillo en la casa.
Pero también la gente más sana que podamos
imaginar, en los raros momentos en los que su mente conviene con la realidad
material, también tienen que creérsela ¡vamos! Que se la creen.
Esto no está mal, sino que el problema puede
ser que pierdan el uso de la referencia simbólica que, como lo piensa Zizek, es
el peor mal que puede haber en la vida.
Eso hace pensar que la cuestión del loco y el
cuerdo tenga cierta complejidad.
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