SOY
Soy,
tácitos amigos, el que sabe
que no
hay otra venganza que el olvido
ni otro
perdón. Un dios ha concedido
al odio
humano esta curiosa llave.
Soy el
que pese a tan ilustres modos
de
errar, no ha descifrado el laberinto
singular
y plural, arduo y distinto,
del
tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el
que es nadie, el que no fue una espada
en la
guerra. Soy eco, olvido, nada.
Jorge Luis Borges
Análisis:
Uno no puede olvidar pero puede sin embargo
perdonar. No puedo olvidar el agravio pero puedo perdonarlo.
Perdonar es no tener en cuenta. Por la razón que fuera uno a veces no se siente
aludido, puede tomarlo como algo no personal. Quizás perdonamos cuando
despersonalizamos el agravio.
¿Cuáles son las causas de ese saber, qué
cosas hay que saber para alcanzar ese saber? La respuesta nos la da el poeta en
la tercera estrofa, al descubrirse que no es nada alcanzar ese saber.
Dando vuelta al último verso obtenemos una
sucesión de cómo es el camino para llegar a saber que se es nada: ”Nada”.
“Olvido”. “Eco”.
Es más fácil imaginar que pasamos de la
convicción de estar seguros de nosotros mismos, a sentirnos más lejanos de esta
seguridad de nosotros, de uno mismo; somos ´Eco´. Una especie de recuerdo de sí
mismo. Ya no somos un estruendo sino un murmullo, y a través de esa disminución
del volumen de nuestra emoción somos ´Eco´. El ´Olvido´ es el mismo estado
mental del ´Eco´ reflejado en la memoria.
Finalmente la ´Nada´. Llegar a la nada es, a
nuestro entender, imposible, sin embargo la lógica de este recorrido se comprueba en la clínica, con lo
cual se da otra vuelta a este recorrido.
Hallamos en el poema muchas sugerencias.
“Eco”,
“olvido”, “nada”.
Dice que es nada respecto a una espada, pero
también porque no ha descifrado su lugar en el tiempo. ¿Somos tiempo? ¿Somos en
el tiempo? ¿Qué es el tiempo? ¿Qué tiene que ver una espada? ¿Cómo se hace para
ser algo respecto a una espada? ¿Qué relación es necesario tener con la espada
para que resulte ser alguien o no ser nadie?
Parece que hablara de la idea de autenticidad
de Heidegger que dice que es auténtica la persona cuando es consciente de su
fragilidad. La que sabe que por más grande que sea igual es mortal.
“No hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón”
Dice que olvidar es la forma de vengarse y
que perdonar asimismo es olvidar. Esto es curioso porque la gente víctima de
guerra dice que está dispuesta a perdonar pero no a olvidar, vale decir lo
contrario. Si Borges tiene razón es una razón más metafísica, más simbólica,
menos real, lo que es coherente con la idea que tiene del humano como ser
simbólico, hecho de recuerdos. Si lo olvido es como si al matar su memoria eliminara también su
historia.
Cuando escucho a las personas víctimas decir
que pueden perdonar pero no olvidar, estoy de acuerdo. Pedir que
olviden es inhumano.
Perdonar pero no olvidar, es
más humano.
El poeta de algún modo está por fuera de la humanidad, aunque es una paradoja, por otro lado es el estado de mayor humanidad. Se trataría de que el poeta vive en una alta capacidad de ser humano.
El poeta de algún modo está por fuera de la humanidad, aunque es una paradoja, por otro lado es el estado de mayor humanidad. Se trataría de que el poeta vive en una alta capacidad de ser humano.
El poder ver lo que somos, en tanto seres
humanos, nos está vedado, porque una parte esencial de nuestra alma es
inconsciente y por más que la escudriñemos seguirá siendo inconsciente.
Algunos humanos, de tanto escudriñarla, han perdido la
identidad. Han visto tantas versiones de su propio yo que casi ya lo olvidan.
Soy, dicen, circunstancialmente, alguno de una inmensidad. Unos hablan del
olvido de la realidad que ven imposible, otros del olvido del ser, del olvido
de la propia alma.
Cuando deje de ser, seré mi propio olvido y
con ello los agravios, daños, afrentas, venganzas y los perdones concedidos, serán
brumas de una eternidad.
Para esto hay que ser Borges; sin embargo
todos somos Borges en alguna puntada de nuestra alma llena de retazos.
Cuando se descubre que la venganza y el perdón desaparecen
con el olvido, se sabe que la realidad vivida con nuestra consciencia tiene un
registro inconsciente. El inconsciente sostiene las
ideas con que vemos la realidad.
La venganza y el perdón son dos diablos muy
fuertes de las emociones primarias del ser humano.
A alguien le recomendaron no odiar y él contestó que el odio es lo que le mantenía vivo, no estaba en el tiempo del olvido de sí mismo.
Más tarde, cuando haya recorrido este tiempo
mental y tendrá menos interés en el pasado, frente a la creación
constante del presente. El presente se va imponiendo.
Lo que sabe Borges, cuando dice no
ser nadie, es eso, que el presente borra el pasado. Como también se borra a sí
mismo, llega a ser nadie.
En un poema de Ernesto Pérez se asombra de haberse olvidado de lo que fue más amado, como si una especie
de Alzheimer simbólico estuviese programado en el camino del pensamiento
humano.
Son ambos, a mi entender, manifestaciones de
la creación de pensamiento; una especie de vaciamiento del ´disco duro´ para
recuperar memoria operativa y poder volver a llenarlo una y otra vez.
En ese sentido el olvido es la mecánica más
potente para diluir el ser. Puede sernos más fácil de entender si pensamos en un hombre que viviera mil años. La enorme acumulación de recuerdos esenciales dejara en la memoria su forma despojada de los hechos que los habrían
producido.
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