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jueves, 26 de diciembre de 2019

LOS ALGORITMOS







Los humanos nos hemos dado cuenta que nuestras conductas e ideas conscientes responden a una trama estructurada inconsciente.

Esto, que es el aporte teórico del psicoanálisis, les ha permitido a los que se dedican a la comunicación social y empresarial en este tiempo, desarrollar una dirección basada en algoritmos.

Los algoritmos, como sabemos, son unas fórmulas matemáticas que ordenan dichas conductas, al mismo tiempo que se reordenan a sí mismas, vale decir que aprenden.

De la antigua pregunta sobre el predominio del hombre sobre la máquina o de la máquina sobre el hombre, la sociedad manejada por algoritmos matemáticos, apuesta radicalmente por esta última opción, que la máquina dominando la mente humana.

La forma en que el algoritmo incide en la realidad social es por medio de estímulos subliminales. Con los mismos mecanismos que el lenguaje, influye en el pensamiento social o empresarial, mediante sugerencias inconscientes. De la misma manera opera el tratamiento psicoanalítico, que reordena el inconsciente, al darle mayor coherencia para que coincida con el deseo profundo del sujeto.

El deseo inconsciente es, para Freud, la base dinámica, el impulso con que el inconsciente funciona.

El conflicto inconsciente freudiano de la neurosis, es una falla lógica. El neurótico, en un momento dado piensa con una lógica y en el momento siguiente con otra. Esto produce una serie de problemas en el pensamiento y por lo tanto también en la personalidad del sujeto. El tratamiento busca que el pensamiento funcione con la misma lógica.

El algoritmo funciona igualmente con un sistema de sugerencias inconscientes; pero en lugar de estar fundamentadas en el deseo inconsciente propio del sujeto, las tiene planificadas en función de los intereses de sus programadores; por lo cual la esencia de humanidad que se orienta en el campo del deseo, queda descartada. Aún más, las condiciona a un sistema de órdenes, que construye un sujeto paranoico.

El psicoanalista ejerce este poder sobre el paciente, a condición de no utilizarlo en su propio interés. Por esta ética, el psicoanálisis permite al paciente recobrar su propia palabra. Le acompaña sin robarle su propio camino.

Debido a ello, en la sociedad del siglo XXI, sentimos que vivimos en un mundo de inhumanidad. No sólo por las conductas agresivas que genera, sino también por la falta de poesía en el espíritu, que nos deja en un automatismo. El ser humano ha dejado de ser el que maneja la máquina, para ser secuestrado por la máquina, para volverse parte de la máquina que lo maneja.

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