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miércoles, 29 de mayo de 2013

UN MUNDO FELIZ*

*Novela de Aldous Huxley

Hacer desaparecer la condición incómoda del hombre de no poder estar nunca de acuerdo por mucho tiempo consigo mismo ni con nada, debido a que es una entidad dividida en la esencia de su ser, una naturaleza que, como decía Freud, incluye una falla que, por lo tanto, no puede remediar.

Hacer desaparecer esta incomodidad, que por una parte es causa de la angustia propia de vivir y por otra propicia la creatividad, ya que el que no está del todo de acuerdo tenderá a volver a construirse de otro modo en la esperanza de superarla.

Esta condición, de vez en cuando en la historia de los seres humanos, ha  generado tendencias sociales y culturales que buscan cambiarla.

Estas tendencias generan distintas opiniones y posiciones, unas que asumen la complejidad y otras que apuestan por su simplificación. Mi particular tendencia está en la apuesta a la complejidad y no a su simplificación ya que, como psicoanalista entiendo que el psiquismo humano es realmente complejo.

En estos tiempos oscuros estamos gobernados por dos teorías sociales que imprimen su visión al respecto, una compleja y otra simple. La primera es la teoría deconstructiva de Derrida que, en opinión de un Zizek, este vendió a los norteamericanos; y la simplista, el cognitivismo inglés, ante el que se ha arrodillado la academia en su generalidad.

La primera maquinaria de pensamiento ha sido convertida en una herramienta para la propuesta postmoderna de la reinvención; que va en contra de la dirección del aprendizaje y la elaboración del pensamiento y dice que si uno no está bien situado internamente, puede reinventarse. La herramienta de la reinvención convierte la reflexión en un instrumento. “No estoy bien situado, pues querida, mañana por la mañana seré otro. Te lo comento porque quiero saber tu gusto, para saber si el que seré es de tu agrado; si no, juntos podemos ver en cuál me convertiré”. Y mañana, patapúm, soy otro, me he reinventado.
Puede verse, es la utilización de la complejidad de la teoría de la deconstrucción en una dirección simplista.

La simplista por su parte hace del ser humano una máquina de procesar información, la cultura consiste en cúmulo de datos y el pensamiento en su combinación. Al estilo de los ordenadores.

La primera promete un método para combatir la frustración – si vengo bien me cambio - y la segunda aumenta la eficacia de la publicidad, facilitando la construcción de valores a través de los  medios.

Esto es en mi opinión la forma en que en este tiempo se trata – como tantas veces en la historia - de anular la incomodidad del ser humano para volverlo parte de un cálculo manejable.

No podemos evitar tener en  mente la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz.

1 comentario:

Mobesse dijo...

La primera verdad, de las cuatro que nos dejó el Buda (o el budismo) es el sufrimiento, es decir, la insatisfacción, la falla de la que habla Freud y el psicoanálisis. La segunda verdad es el origen del sufrimiento, que tiene que ver mucho con la satisfacción (imposible) de los deseos. ¡Qué curioso! La tercera verdad es el cese del sufrimiento. Aquí empiezan los problemas. Para algunos es imposible la sutura de esta brecha, pero para el budismo es posible.