*Novela de Aldous Huxley
Hacer desaparecer la condición incómoda del
hombre de no poder estar nunca de acuerdo por mucho tiempo consigo mismo ni con
nada, debido a que es una entidad dividida en la esencia de su ser, una
naturaleza que, como decía Freud, incluye una falla que, por lo tanto, no puede
remediar.
Hacer desaparecer esta incomodidad, que por
una parte es causa de la angustia propia de vivir y por otra propicia la
creatividad, ya que el que no está del todo de acuerdo tenderá a volver a
construirse de otro modo en la esperanza de superarla.
Esta condición, de vez en cuando en la
historia de los seres humanos, ha generado tendencias sociales y culturales que
buscan cambiarla.
Estas tendencias generan distintas opiniones
y posiciones, unas que asumen la complejidad y otras que apuestan por su
simplificación. Mi particular tendencia está en la apuesta a la complejidad y
no a su simplificación ya que, como psicoanalista entiendo que el psiquismo
humano es realmente complejo.
En estos tiempos oscuros estamos gobernados
por dos teorías sociales que imprimen su visión al respecto, una compleja y
otra simple. La primera es la teoría deconstructiva de Derrida que, en opinión
de un Zizek, este vendió a los norteamericanos; y la simplista, el cognitivismo
inglés, ante el que se ha arrodillado la academia en su generalidad.
La primera maquinaria de pensamiento ha sido
convertida en una herramienta para la propuesta postmoderna de la reinvención;
que va en contra de la dirección del aprendizaje y la elaboración del
pensamiento y dice que si uno no está bien situado internamente, puede
reinventarse. La herramienta de la reinvención convierte la reflexión en un
instrumento. “No estoy bien situado, pues querida, mañana por la mañana seré
otro. Te lo comento porque quiero saber tu gusto, para saber si el que seré es
de tu agrado; si no, juntos podemos ver en cuál me convertiré”. Y mañana,
patapúm, soy otro, me he reinventado.
Puede verse, es la utilización de la complejidad
de la teoría de la deconstrucción en una dirección simplista.
La simplista por su parte hace del ser humano
una máquina de procesar información, la cultura consiste en cúmulo de datos
y el pensamiento en su combinación. Al estilo de los ordenadores.
La primera promete un método para combatir la
frustración – si vengo bien me cambio - y la segunda aumenta la eficacia de la
publicidad, facilitando la construcción de valores a través de los medios.
Esto es en mi opinión la forma en que en este
tiempo se trata – como tantas veces en la historia - de anular la incomodidad
del ser humano para volverlo parte de un cálculo manejable.
No podemos evitar tener en mente la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz.
1 comentario:
La primera verdad, de las cuatro que nos dejó el Buda (o el budismo) es el sufrimiento, es decir, la insatisfacción, la falla de la que habla Freud y el psicoanálisis. La segunda verdad es el origen del sufrimiento, que tiene que ver mucho con la satisfacción (imposible) de los deseos. ¡Qué curioso! La tercera verdad es el cese del sufrimiento. Aquí empiezan los problemas. Para algunos es imposible la sutura de esta brecha, pero para el budismo es posible.
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