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jueves, 25 de diciembre de 2014

EL HOMO CREATIVO: SURF EXISTENCIAL.

¿LAZO SOCIAL PSICOANALÍTICO?


*Jorge Alemán.
Mesa redonda: El Lazo y el Síntoma. Jorge Alemán, Clara Schor-Landman, Guillermo Belaga, Osvaldo Delgado. Coordinado por Silvia Pino.

“Es uno de los temas del psicoanálisis, es decir, cómo va a operar el psicoanálisis con lo real sin caer en el sentido religioso que está preparado a través de las vocaciones, las inclusiones, las nuevas iglesias, las nuevas sectas, las nuevas prédicas, para llegar a todos los lugares donde el lazo social se ha roto.”*

Puede ser que el psicoanálisis opere con lo real mediante la producción del homo creativo, el pensamiento absoluto del cambio, al que nos gusta llamar surf existencial.
Me acuerdo de Octavio Paz en uno de sus ensayos en que habla del cambio como el único factor de la vida que no varía, ya que la vida es un sistema de cambio permanente.
Un sujeto de pensamiento al borde de la dialéctica variación/estaticidad; que hace que el significante siga creando al sujeto por la variación perpetua de sus elementos. Nunca sabremos quienes somos, pero no hay en ello mucha pérdida ya que nunca lo supimos. El yo no fue nunca el que nos hizo ser, sino el lenguaje. Sólo que ahora ya no tendremos el sentimiento de saber quiénes somos.
Si el lazo social se ha roto, como plantea Alemán, dejando de ser un síntoma del inconsciente que persigue lo real produciendo sentidos, nos hallamos en un discurso cercano a la psicosis en que no hay ley ordenadora, salvo la no ley.
El homo creativo quizás sea la nueva entidad del sujeto psicoanalítico – un ser deseante carente de objetos de deseo, salvo el mismo hecho de desear - que viene a reiniciar la rueda en que todo vuelve a empezar; el nuevo lazo social con lo real donde el sentido creado ya no sea un sentido ligado al  objeto sino al sujeto creativo, al movimiento. La idea de sexualidad freudiana nos vuelve a situar en una ley de relación no con el otro, sino con la dialéctica de pensar siendo pensado. Como lo proponía Lacan, oponiéndose al cogito cartesiano de porque pienso soy: soy porque soy hablado.

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