En estos tiempos el sarcasmo está de moda. Entenderlo
como un síntoma de los tiempos, nos mete en camisa de once varas porque produce la pregunta de qué se tratan estos tiempos que producen esta
reacción. Intuitivamente me siento solidario con ella.
Apuesto a una respuesta:
El sarcasmo es la reacción a la soberbia de los dogmas,
que consideran una determinada posición como la única cierta.
En este sentido es una buena reacción, porque descarta el
envanecimiento del que se cree en posesión de la verdad.
Para la
Iglesia católica esto merece la crítica de “relativismo”, y
el sarcasmo sería una de sus expresiones. Como la iglesia tiene como base de su
pensamiento la idea absoluta, no deja de ser juez y parte en su interpretación.
En nuestra opinión, el sarcasmo es la sana reacción a una
costumbre de certezas, de la que rescata la libertad de reírse de todos; una
burla santa - como dice Sabina - “por lo civil”.
La “teoría del significante” del psicoanalista Lacan, a
la que solemos referirnos en los blogs,
nos respalda al permitir entender que la única verdad absoluta del
sujeto es la continua producción de verdades.
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