La
parte psicótica de la personalidad.
Todos sabemos que un estallido de esa
intensidad convierte todo en polvo.
Lo reconoce inconscientemente nuestro temor.
Cabe una pregunta.
¿Tiene tanto poder el intercambio de palabras
entre entre los seres humanos, para preferir arrojarnos rayos pulverizantes,
antes que sentarnos a conversar? ¿Qué provoca semejante temor?
Si vivir es cambiar, preferimos morir.
Tememos tanto a la caída del yo o a su cambio
por medio de la conversación con el prójimo, que preferimos la desaparición.
Según Freud esto se debe a las fantasías
infantiles inconscientes de las primeras pasiones, amores y agresiones entre
los hermanos y los padres amados. Lo que Freud encuadró en la tragedia de ´Edipo Rey´, de Sófocles.
Unas fantasías que son tomadas como realidad
por el pequeño, que la maduración va a ir situando en su lugar.
Claro está que hay personas en quienes esta moderación
se produce de forma incompleta, a consecuencia de lo cual la alucinación sigue presente
en la fantasía confundida con la
realidad, en el adulto.
Es el aspecto psicótico del sujeto, que a
veces predomina más que los otros dos aspectos, el neurótico o el perverso de
la personalidad, donde la línea entre ficción y realidad está difusa.
Esto de la bomba nuclear entonces, debiera
ser eliminado dentro de los instrumentos militares de destrucción, como una
interpretación psicoanalítica que cure este problema inconsciente, que
disminuya la parte psicótica de la personalidad de la sociedad.
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