Sostener
el misterio para el amado.
El decano de la Universidad Javeriana de
Bogotá, dice que “todas las tendencias sexuales, como lo ha dicho el Papa
Francisco son hijas y amadas por Dios”.
La teoría que nos expone el teólogo es que
hay un modelo original (no menciona que sea la pareja heterosexual, ni lo
niega; vale decir que no entra en tema) que va produciendo fallos en las copias
del ADN de padres a hijos a través las generaciones, como cuando se hacen
muchas fotocopias y todos ellos son hijos de Dios.
Cuando la periodista le pregunta si él
considera que son fallos las distintas tendencias sexuales, él insiste en la
idea de la falla de copiado.
“Lo que importa es que son hijos de Dios,
directa o indirectamente a través de la evolución”.
Me queda la pregunta de sí no sería mejor que
en lugar de la palabra “falla”, entendida como un desgaste natural,
metaforizada en el ejemplo por la copiadora, sería mejor llamarlas variaciones.
Así se podría hablar de variaciones sexuales
y alejarse de considerarlas ´errores´ qué, aunque no lo dice, sugiere la idea
clásica de la psiquiatría que las considera enfermedades, no consistente con la
teoría de Francisco.
Nos parece que esta teoría no es muy consistente.
Nos parece débil porque que queda por fuera
lo psíquico. El padre diría seguramente que lo psíquico está incluido en la
noción de espíritu comprendida por Dios.
Si el psiquismo no es aquello que en el alma
piensa, siente, acierta, se equivoca, se exalta y entristece, y todas las
funciones de la mente:
¿Qué es?
No entendemos que el psiquismo o el alma, que
para nosotros son sinónimos, sea de naturaleza natural, ya sea anatómica, micro
o macroscópica o genética con sus bloques de ADN, sino que está relacionado con
que el ser humano es un sujeto del lenguaje.
Efectivamente, entendemos que el ser humano
es un ´Ser hablante´, o ´hablanteser´ o, como dice Lacan en francés un ´Parletre´.
Con esta teoría nos parece que se pueden
entender las variaciones o tendencias sexuales y lo que es más esencial permite
entender lo que es la sexualidad como una cuestión simbólica inconsciente.
Si entendemos el sexo como físico / natural,
perdemos lo que en la anatomía sexual se superpone de psíquico, con toda su
carga de símbolos.
Las
tendencias sexuales no importan.
Puede parecer curioso que un psicoanalista
diga que no importan las tendencias sexuales.
Sin embargo, esto no es raro en el modo en
que la teoría psicoanalítica entiende la sexualidad:
Lo que importa no es tener relaciones
sexuales, sino no poder tener relaciones fijas con el objeto es lo que hace de
la unión sexual un acto creativo.
No es posible tener una relación con una
realidad que esté fija debido a que la relación con la realidad es una
construcción de fantasías que encubre la realidad.
La sexualidad para Freud es una construcción
poética del ser y del sentido.
Lacan vendrá a decir que no hay proporción
sexual, vale decir que la relación entre el sujeto que desea un objeto de la
realidad y el objeto deseado es algo indiscernible que no se puede alcanzar
jamás.
Podemos tener una relación con el objeto con
la condición de que ese objeto con el que nos relacionamos varíe
constantemente.
Esa es la noción de sexualidad del
psicoanálisis, por lo cual la manera de relacionarse con el objeto de amor es
crearlo, inventarlo permanentemente.
Una noción que nos muestra que la existencia
humana es poco menos que un milagro, una existencia que se sostiene siempre que
se mueva.
Lo decía Verdi: ´La donna e movile (variable)
como piuma al vento´.
No que cambie de persona, sino que en la
misma encuentre otra.
Te quiero, le dice el amante al amado, y lo
seguirá queriendo mientras no quiera siempre al mismo objeto en el amado. No
que cambie de persona, sino que en la misma encuentre otra.
“En mi mujer están todas” como dice el poeta
uruguayo Eduardo Galeano.
El desconocimiento del objeto amado por su
cambio permanente, es la condición del deseo.
El deseo, basado en la teoría del narcisismo
primario de Freud, tiene como objeto desear. No existe objeto fuera del mismo
goce de desear.
El
objeto de deseo es desear.
El objeto más fácil de amar será el que sea
capaz de sostener para su amante el misterio de su identidad.
El que sepa en términos fijos, absolutos, a
quién ama, como asimismo quién es, se verá en la tesitura de tener que reforzar
permanentemente esta fijeza y no hay otro modo de hacerlo que asesinando al
prójimo; como lo demuestran los más grandes tiranos de la historia, que casi pueden
medir su grandeza por la cantidad de cadáveres.
En este estado de cosas ¿Qué importancia
puede tener, ¿cómo y con quién se acueste uno?
Si alguien se fanatiza a favor o en contra de
una elección de tendencia sexual o de cualquier rasgo que lo atraiga en el
objeto, es porque busca fijar su existencia humana en un ser inamovible, que es
– desde la concepción psicoanalítica – precisamente lo que no puede hacer el
ser humano, en tanto estructura creadora de sí mismo sin término. El humano no
puede quedarse quieto.
Si el heterosexual fanático se declara en
contra del homosexual, de igual modo como un homosexual fanático lo hace contra
el heterosexual, ambos están posicionados en verdades absolutas que no existen
en el espíritu humano, porque todos somos hijos de Dios, como dijo el
sacerdote, o somos productos de nuestro inconsciente.
El psiquismo humano es una formación creadora
de sí mismo y del mundo.
¿A qué vendría preocuparnos con quién se
acuesta el vecino? Por más que se acueste con el mismo siempre lo hace con
otro.
Mientras lo ame, mientras elija algo en el
mundo, se sostendrá a sí mismo. Eso es lo que importa, el verdadero desafío del
humano. ¿Nos vamos a poner a opinar qué cosa es mejor que otra para ser amada?
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