Como sabemos hay muchas personas que padecen depresiones, trastornos bipolares, ansiedad u otros cuadros psicológicos, que se hacen crónicos, vale decir que se van extendiendo a lo largo del tiempo, convirtiéndose en incómodos compañeros a lo largo de la vida.
Ante la situación de
que, muchas veces a pesar de diversos intentos curativos, el problema no se
soluciona; en los momentos de las crisis, que son vividas con mucha angustia,
el paciente piensa que su padecimiento ha de ser hereditario.
Pensar por ejemplo que
su padre y su madre han tenidos personalidades muy neuróticas, con profundas
crisis de desequilibrio emocional, y en ello puede estar la causa de su mal.
Vale decir que el paciente
empieza a explicar su trastorno como un problema heredado por los genes de los
miembros familiares.
Esto por lo general no
es así.
Los trastornos
emocionales, que solemos denominar neurosis, suelen tener su origen en las
relaciones familiares de la infancia, pero por afectación de los rasgos de
carácter de los padres y familiares, no por la herencia de los cromosomas.
Cuando el paciente se
empieza a familiarizar, en su propio proceso de psicoanálisis, con que sus
síntomas son cuestiones psicológicas; vale decir que son ideas y emociones que le
han colonizado el pensamiento, tendencias y hábitos que se repiten, y que del
mismo modo en que se han metido en la cabeza se las puede sacar y producir en
su lugar otras ideas no conflictivas.
Si bien todavía no ha
logrado su cura, al darse cuenta de esto, empieza a liberarse de la angustiosa
idea de que lo que le pasa es hereditario, algo físico cerebral o neuronal, y
que por lo tanto se puede curar, a diferencia de lo hereditario que es
incurable.
A partir de esto puede
empezar a trabajar con mayor ahínco en resolver las causas de su problema.
Aclarar esta situación es lo que nos motiva para redactar esta comunicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario