El sujeto de la
teoría psicoanalítica, centrada en el concepto de Inconsciente, tiene la
característica de estar partido entre consciente e inconsciente. Es lo que
Freud llamó la Spaltung (división)
del sujeto.
No otra cosa
propone en su teoría del lapsus o
equivocación verbal, o en la teoría del chiste.
Es curioso que esta
concepción surja de lo que el sentido común considera cosas inicuas, sin
relevancia o descartables, como son las equivocaciones verbales, los chistes y
los sueños.
Los sueños en
particular estaban considerados por la psicología de su tiempo como fenómenos
de desecho del pensamiento que se producían durante el dormir.
Como lo señala
Estanislao Zuleta entre nosotros, la concepción psicoanalítica del sujeto va en
contra de las concepciones centrales de nuestra cultura, tales como la doctrina
evolucionista en psicología, antropología y sociología, de filosofías como la
de Hegel, de las doctrinas fenomenológicas y el pensamiento religioso, con los
que se contraponen de forma clara e irreconciliable. Por lo tanto, para Freud era de esperar una gran oposición, silencio,
rechazo, tergiversación, es decir, una pésima recepción para ese elemento
extraño de la cultura de su época, el inconsciente.
Esta oposición
al psicoanálisis es lo que centra también en el día de hoy las diversas
concepciones que lo critican con mayor o menor profundidad. Están centradas en
ese sujeto dividido entre consciente e inconsciente. El cognitivismo, que considera
ciencia sólo a lo que resulta cuantificable. El constructivismo que le niega
una estructura material, considerándolo dependiente de los aspectos sociales.
Se sostienen en un lugar común, la oposición a la idea de sujeto.
Se nos impone
una pregunta;
¿Por qué molesta
tanto el sujeto del inconsciente?
- Por algo
sencillo y al mismo tiempo de amplio alcance: Las concepciones de nuestra
cultura están armadas sobre la noción de idea absoluta.
Yo puedo amar a
alguien o a algo a tal punto que dedico a ello toda mi vida. En una cultura
basada en la noción de idea absoluta como la nuestra, para poder lograr esta
definición tengo que carecer de toda duda, tengo que pensar que lo que amo es
único. Otra cultura sería aquella que puede amar sabiendo que sería posible que
amase a otra cosa.
La primera
piensa que el objeto real existe por un principio que vive en el mismo objeto,
piensa según la idea de esencia, vale decir de creer que hay algo en el centro
del objeto, una especie de brillo interior que lo hace existir.
La segunda es de
una mayor elaboración, que no hemos alcanzado, piensa que el objeto material se
nos ha impuesto por condicionamientos que hemos vivido en nuestra historia
personal y social y que este lazo con la realidad es lo que lo hace real; sin
embargo en sí mismo no existe nada particular que haga que lo hayamos elegido.
Como lo dice Borges en uno de sus prólogos, dirigiéndose al lector: Es casual
que tú seas el lector y yo el escritor, en otra circunstancia diferente podría
ser lo contrario.
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