Páginas

leschnit@yahoo.es

miércoles, 12 de septiembre de 2012

IDEOLOGÍA DE LA SUSTANCIA: LA CUESTIÓN ES TAPONAR AL SUJETO.


El sujeto de la teoría psicoanalítica, centrada en el concepto de Inconsciente, tiene la característica de estar partido entre consciente e inconsciente. Es lo que Freud llamó la Spaltung (división) del sujeto.
No otra cosa propone en su teoría del lapsus o equivocación verbal, o en la teoría del chiste.

Es curioso que esta concepción surja de lo que el sentido común considera cosas inicuas, sin relevancia o descartables, como son las equivocaciones verbales, los chistes y los sueños.

Los sueños en particular estaban considerados por la psicología de su tiempo como fenómenos de desecho del pensamiento que se producían durante el dormir.

Como lo señala Estanislao Zuleta entre nosotros, la concepción psicoanalítica del sujeto va en contra de las concepciones centrales de nuestra cultura, tales como la doctrina evolucionista en psicología, antropología y sociología, de filosofías como la de Hegel, de las doctrinas fenomenológicas y el pensamiento religioso, con los que se contraponen de forma clara e irreconciliable. Por lo tanto, para Freud era de esperar una gran oposición, silencio, rechazo, tergiversación, es decir, una pésima recepción para ese elemento extraño de la cultura de su época, el inconsciente.

Esta oposición al psicoanálisis es lo que centra también en el día de hoy las diversas concepciones que lo critican con mayor o menor profundidad. Están centradas en ese sujeto dividido entre consciente e inconsciente. El cognitivismo, que considera ciencia sólo a lo que resulta cuantificable. El constructivismo que le niega una estructura material, considerándolo dependiente de los aspectos sociales. Se sostienen en un lugar común, la oposición a la idea de sujeto.

Se nos impone una pregunta;
¿Por qué molesta tanto el sujeto del inconsciente?
- Por algo sencillo y al mismo tiempo de amplio alcance: Las concepciones de nuestra cultura están armadas sobre la noción de idea absoluta.

Yo puedo amar a alguien o a algo a tal punto que dedico a ello toda mi vida. En una cultura basada en la noción de idea absoluta como la nuestra, para poder lograr esta definición tengo que carecer de toda duda, tengo que pensar que lo que amo es único. Otra cultura sería aquella que puede amar sabiendo que sería posible que amase a otra cosa.
La primera piensa que el objeto real existe por un principio que vive en el mismo objeto, piensa según la idea de esencia, vale decir de creer que hay algo en el centro del objeto, una especie de brillo interior que lo hace existir.
La segunda es de una mayor elaboración, que no hemos alcanzado, piensa que el objeto material se nos ha impuesto por condicionamientos que hemos vivido en nuestra historia personal y social y que este lazo con la realidad es lo que lo hace real; sin embargo en sí mismo no existe nada particular que haga que lo hayamos elegido. Como lo dice Borges en uno de sus prólogos, dirigiéndose al lector: Es casual que tú seas el lector y yo el escritor, en otra circunstancia diferente podría ser lo contrario.

No hay comentarios: